La intransigencia actual
No voy a escribir sobre las elecciones. Yo, por lo menos, ya he tenido bastante, y cuando esto se publique ya habré votado. Quiero hacer una reflexión sobre la intransigencia que veo últimamente y que palpo en la información católica de Internet.
La intransigencia puede ser una reacción inconsciente explicable por miedo ante algo que se me escapa. Puede deberse a inseguridades interiores de una persona, quizás debidas a ausencias de figuras paternas en la infancia. No quiero decir con esto que quien haya crecido sin padre tenga traumas, sino que a veces en caracteres intransigentes hay búsquedas inconscientes de seguridades que la vida no ha dado por medio de la figura paterna.
Otras veces la intransigencia puede ser signo de soberbia oculta (al que la tiene, no a los que están cerca de él), como suele suceder con esta pasión. La absolutización de la verdad que se da en lo opinable y matizable puede reflejar la actitud de quien se cree superior, bien sea por su inteligencia mayor o porque una fe parcialmente vivida le lleve a creerse mejor. Cierto que estas afirmaciones necesitan más matizaciones, pero también se puede entender lo que quiero decir sin que se me acuse de caer en el relativismo.
Por ello estoy deseando leer el último documento de la Comisión Teológica Internacional sobre la Libertad de Conciencia. Este es uno de los grandes temas que necesitamos profundizar en la actualidad. A grandes rasgos, la mezcla de postmodernidad y el exceso de información actual muchas veces no contrastada, ha llevado a muchas personas católicas a posturas cercanas al integrismo, no siempre compatibles con la integridad fe de la Iglesia y el respeto a la libertad de conciencia que, entre otros, Juan Pablo II afirmó, y fue rechazado por obispos cismáticos como Marcel Lefebvre.
En nuestra sociedad posmoderna, el rechazo de la razón ha hecho que decaiga la formación intelectual de los católicos. Quisiera tener la estadística de la evolución del número de páginas de los libros católicos que últimamente se editan. Esto lleva a que, si quitamos los cimientos a la fe, el edificio (la Iglesia) se tambalea. Por esto, la escasa altura intelectual actual junto con la abundancia de fake news y opiniones que se aceptan como si fueran hechos en vez de opiniones las más de las veces poco fundadas, nos sale el pastiche actual que tenemos en la información católica en lengua española. Curiosamente no encuentro este fenómeno en la anglosajona que sigo, donde hay una notable profundidad intelectual, con grandes pensadores como George Weigel, por citar alguno. Echo de menos webs en español de la altura de First Things, Mercatornet o BioEdge.
¿Qué hacer? Formarnos desde la libertad que busca la verdad. Ir a los clásicos, que la encontraron; reflexionar siguiendo su estela sobre los problemas actuales. Aceptar el magisterio y no juzgarlo desde una pretendida tradición, que no lo es. Tener el valor de afrontar desde la libertad y la profundad intelectual y el estudio los problemas de la actualidad, como han hecho los últimos Papas. No caer en la tentación del integrismo intransigente que no da respuesta e impide vivir la verdad en libertad y en plenitud. Se trata de estudiar. p. Javier, párroco.