Formación
La conciencia, ¿solo subjetiva?

La conciencia, ¿solo subjetiva?

En la película La ley del silencio, que trata sobre la lucha contra la mafia en los muelles de Brooklin, hay una escena en la que Marlon Brando está debatiéndose entre ser colaboracionista de la  mafia o luchar contra ella. En la escena está fuertemente tocado por su conciencia tras oír el sermón de un sacerdote. Esta película hace un análisis de la conciencia, análisis que tiene grandes consecuencias no solo personales sino también sociales. El tema de fondo de la misma fue el colaboracionismo con la cultura imperante de inspiración marxista, y la actitud de Elia Kazan, el director, que fue señalado por la mayoría cultural por no someterse a los clichés izquierdistas.

Traigo a colación esta gran película, para hacer una reflexión sobre la conciencia en la actualidad. Nuestros tiempos tocados de relativismo han hecho de la conciencia una cuestión personal, y lo es, pero no solo. Me ha sorprendido leer, por recomendación de un amigo, el siguiente texto de Benedicto XVI  que pronunció en Zagreb, en un viaje a Croacia el 4 de Junio de 2011:

Si la conciencia, según el pensamiento moderno más en boga, se reduce al ámbito de lo subjetivo, al que se relegan la religión y la moral, la crisis de occidente no tiene remedio y Europa está destinada a la involución. En cambio, si la conciencia vuelve a descubrirse como lugar de escucha de la verdad y del bien, lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos en humanidad, que es la fuerza contra cualquier dictadura, entonces hay esperanza de futuro.

Es interesante: la conciencia personal tiene una dimensión social, comunitaria. No es solo un tema que me atañe a mi, sino que es el lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos.

Recuperar esta dimensión de la conciencia es clave para la superación de la crisis europea y española. Pensemos en el aborto, y en la responsabilidad del voto de los católicos. A veces se piensa: aunque este partido no va a cambiar el tema del aborto, lo puedo votar, pues la economía irá mejor, y al fin y al cabo, el tema del aborto es secundario. Este dilema de elección entre economía y vida humana es un tema de conciencia. Una conciencia bien formada sabrá qué poner en primer lugar a la hora de tomar la decisión de votar. Dejo al lector que piense y decida, a la luz de la ley de Dios, cuál deba ser su elección.

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