Sobre el cirio pascual
En estos días de Pascua, hemos tenido que cambiar en la parroquia el cirio pascual… Es algo que no se debe hacer, pues el cirio debe ser el que se use en la vigilia de Pascua, pues no tiene sentido venerar un cirio que no haya sido encendido la noche de Pascua y al que no se le haya cantado el pregón pascual. Pero, no nos ha quedado más remedio que hacerlo, pues se nos ha deteriorado tanto el que teníamos que ya no podía seguir ardiendo.
La culpa la tiene el párroco, o sea yo, que escribo estas líneas. Quise pintarlo a finales de la cuaresma, con una cruz, los números del año, el alfa y la omega, y un dibujo geométrico de tres rayas doradas formando una cenefa, cerca de la base sobre fondo azul. No le pude dedicar suficiente tiempo, pero le dí un par de manos de barniz mate para que agarrase la pintura sobre la cera, ¡oh bisoñez mía!, y este buen barniz ha ardido y el cirio se ha consumido muchísimo. Además, en alguna ocasión, hemos tenido llamaradas en medio de la Misa, y total, se ha quedado hecho una birria ….. Así que, con dolor de corazón, y saltándonos alguna que otra norma litúrgica, lo tenemos que cambiar….
No me convence poner iconos sobre el cirio. Es más, está recomendado no ponerlos. Cierto que hay algunos cirios que son una obra de arte, pero creo que hay una razón profunda para no poner pantocrators, ni representaciones de la anástasis en él . Para entender esta razón, es bueno considerar qué es el arte abstracto. Es arte no figurativo. El cirio es no figurativo, pero tras la vigilia pascual, representa a Cristo resucitado. Se le enciende en el fuego bendecido, tiene las cinco llagas del resucitado, (los granos de incienso), se le ha grabado el tiempo con un punzón, lo que simboliza la entrada de Dios en la historia con la resurrección del Señor. Es el cirio mismo el que representa a Cristo resucitado, y no un soporte para representar la resurrección. Si se hace, pierde su simbolismo haciendo que pase a segundo plano la relación del cirio con la vigilia pascual al centrarse la atención en el icono. Además es redundante.
Otros detalles de nuestro cirio.
Ahora que he tenido un poco más de tiempo y experiencia para pintar cirios y elegir la pintura, he podido volver a pintar una cruz. Es una cruz visigótica, coloreada en rojo, y decorada, como era costumbre en tiempos visigodos con unos pequeños círculos dorados que aluden a las gemas que los visigodos encastraban en sus cruces. Las cruces originales eran de oro. He elegido una cruz visigoda por simbolizar a nuestra patria que tiene origen con la monarquía visigoda, y especialmente con la conversión del rey Recaredo a la fe católica, hecho que terminó de constituirnos como nación. Es la Hispania que loa san Isidoro de Sevilla. El catolicismo, desde el año 589 es el alma de España. El rojo de la cruz simboliza la sangre derramada en la cruz, y el dorado, la divinidad de Cristo, dado que con el pan de oro se representa la gloria de Dios en los retablos. Al poner los puntos dorados sobre el rojo, quiero simbolizar la presencia real de Cristo resucitado, de la gloria de su divinidad, y de su sangre derramada en la cruz en la sangre de la Eucaristía. Así me ha parecido pintar el cirio.
Y en las tres franjas inferiores, hay una representación simbólica de las tres personas divinas. Me hubiera gustado entrelazarlas en una cenefa, pero lamentablemente no he tenido tiempo. Si el año próximo lo consigo, el entrelazado simbolizará la unidad de la Trinidad…. ¿Podré hacerlo?
Y el candelabro, que también estrenamos este año, tiene simetría octogonal. Está hecho en madera de abeto y barnizado en el tono de la madera del presbiterio. Su octogonalidad alude al primer día de la semana (7 + 1). Según la vieja mentalidad judía en la que nace el cristianismo, antes de la muerte de Cristo estábamos en el séptimo día de la creación. Sin embargo, al resucitar Cristo, los evangelios, de modo espontáneo, así como los primeros capítulos del libro de los Hechos, repiten mucho la expresión “el primer día de la semana”. Esto llevó a que los baptisterios primitivos tuvieran planta octogonal. siendo el baptisterio de Letrán, en el que se bautizó en el sigo IV Constantino, un buen ejemplo de ello. También son octogonales, aunque posteriores, los de Pisa, Florencia, y muchos otros. El sentido es claro: la resurrección de Cristo es el inicio de una nueva creación, de una nueva semana, de la que estamos en su primer día. Y esta nueva creación es la entrada en la eternidad. Participamos de ella en nuestro bautismo, cuando al morir y resucitar con Cristo, nos convertimos en nuevas criaturas. Esto es lo que significa el “octavo día”, y la planta octogonal de los baptisterios y de algunas pilas bautismales. Es lo que he querido representar en el nuevo candelabro de la parroquia para poner el cirio pascual.
Ambos, cuando acabe la Pascua, estarán en nuestro humilde baptisterio presidiendo los bautizos y funerales que celebremos.
El octavo día, figura de la eternidad
San Juan Pablo II, Exhortación apostólica Dies Domini
26. Por otra parte, el hecho de que el sábado fuera el séptimo día de la semana llevó a considerar el día del Señor a la luz de un simbolismo complementario, muy querido por los Padres: el domingo, además de primer día, es también el «día octavo», situado, respecto a la sucesión septenaria de los días, en una posición única y trascendente, evocadora no sólo del inicio del tiempo, sino también de su final en el «siglo futuro». San Basilio explica que el domingo significa el día verdaderamente único que seguirá al tiempo actual, el día sin término que no conocerá ni tarde ni mañana, el siglo imperecedero que no podrá envejecer; el domingo es el preanuncio incesante de la vida sin fin que reanima la esperanza de los cristianos y los alienta en su camino[26]. En la perspectiva del último día, que realiza plenamente el simbolismo anticipador del sábado, san Agustín concluye las Confesiones hablando del eschaton como «paz del descanso, paz del sábado, paz sin ocaso»[27]. La celebración del domingo, día «primero» y a la vez «octavo», proyecta al cristiano hacia la meta de la vida eterna[28].
[26 ] Cf. S. Basilio, Sobre el Espíritu Santo, 27, 66: SC 17, 484-485; cf. también Epístola de Bernabé, 15, 8-9: SC 172, 186-189; S. Justino, Diálogo con Trifón, 24.138: PG 6, 528.793; Orígenes, Comentario sobre los Salmos, Salmo 119 [118], 1: PG 12, 1588.
[27] «Domine, praestitisti nobis pacem quietis, pacem sabbati, pacem sine vespera»: Confesiones 13, 50: CCL 27, 272.
[28] Cf. S. Agustín, Epist. 55,17: CSEL 34, 188: «Ita ergo erit octavus, qui primus, ut prima vita sed aeterna reddatur».