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Perritos en la parroquia …, no, gracias

Perritos en la parroquia …, no, gracias

En una misa de Domingo, no hace mucho, me sorprendió ver al terminar, que una persona había traído a Misa un perro, que gracias a Dios no había ladrado en la misma. Como es el primero que veo en Misa tras la ley de bienestar animal, quiero hacer las siguientes reflexiones, explicando la decisión parroquial de no permitir traer perros a la Iglesia, excepto, claro está, perros guía.

Lo primero es que la ley de Bienestar Animal deja al arbitrio de los responsables de los locales la entrada de los animales de compañía. En su articulo 29.2 leemos:

2. Los establecimientos públicos y privados, alojamientos hoteleros, restaurantes, bares y en general cualesquiera otros en los que se consuman bebidas y comidas, podrán facilitar la entrada de animales de compañía que no constituyan un riesgo para las personas, otros animales y las cosas, a zonas no destinadas a la elaboración, almacenamiento o manipulación de alimentos, sin perjuicio de lo dispuesto en la normativa sobre salud pública, o de las ordenanzas municipales o normativa específica.

En caso de no admitir la entrada y estancia del animal deberán mostrar un distintivo que lo indique, visible desde el exterior del establecimiento.

Estos dos párrafos de esta ley son los que se aplican a las parroquias, que entra dentro de la categoría Establecimiento público y privado. Y deja a estos establecimientos decidir si se permite la entrada de animales domésticos en ellos, debiendo mostrar un cartel de prohibición en el caso de que no se permita su acceso.

He buscado también un poco por Internet, y he visto que en el Teatro Real, no está permitida la entrada de Mascotas, lo cual encuentro muy lógico. Con más razón, dado que lo que se celebra en la parroquia es mucho más sagrado que las óperas del Real o conciertos del auditorio, no deben entrar las mascotas en la parroquia, por respeto a lo que se está celebrando.

Algunas razones más para prohibir el acceso:

  • El templo es un lugar sagrado de oración, y debe cuidarse este aspecto. Obviamente los perros no pueden rezar.
  • Al templo se entra a orar o a participar en la Eucaristía. La presencia de mascotas distrae, tanto al que las lleva como a quienes están en el templo.
  • Puede ser ocasión de molestias para los demás: ladridos, si coinciden dos perritos, pipís en el suelo (no sería la primera vez en nuestra parroquia).
  • Hay personas a las que los perros no les agradan y están en su derecho; por ejemplo, a mi madre, mujer anciana, le producen rechazo, y hay que respetarlo.
  •  En la parroquia, tendrían que estar en los pasillos, con lo que entorpecen el paso para ir a comulgar o volver de recibir la comunión.

Fundamentalmente son estas las razones que me mueven a prohibir, como párroco el acceso a las mascotas al templo.

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