Formación
Diversas inteligencias de la fe

Diversas inteligencias de la fe

Hay una situación complicada en la Iglesia; o por lo menos en algunas partes de la misma. No en mi parroquia, que la veo tranquila y los laicos, que ciertamente son Iglesia, viven la fe, de modo no problemático. Pero si se asoma uno a los numerosos blogs o sigue las opiniones de algunos pastores se encuentra un gran jaleo. Hay mucha entropía. Así, con motivo de la próxima elección del papa, me comentaba un amigo, que a ver si los cardenales podían elegir un papa que estuviera por encima de la división “carcas” – “progres” en la Iglesia y de esta manera superarla. Ahora bien, en mi pobre opinión la división no se debe a “carcas” – “progres”, categorías ciertamente no teológicas que deben ser evitadas, sino que es mucho más profunda. Prefiero plantearlo bajo otro punto de vista.

La división no es entre conservadores-liberales, sino entre diversas inteligencias de la fe.

Leyendo el libro sobre el Espíritu Santo de Congar en mi descanso pascual me encontré con una reflexión preciosa suya sobre el tratado De Trinitate de Ricardo de san Víctor. Estos medievales, siguiendo la estela de san Anselmo, partían de la inteligencia de la fe para penetrar en el misterio de la Trinidad; en las citas que Congar ponía rezumaba el argumento ontológico por todas partes, el de “Dios, el ser mayor que se puede pensar”. Y desarrollaban la última afirmación: “que se puede pensar”. Aplicaban la inteligencia, no solo a la inmensidad divina, sino también a su belleza, al amor, a la bondad, etc. La belleza mayor que se puede pensar, el amor más grande que se puede pensar, etc. Aunque Congar advertía que las razones que aducían pueden no ser convincentes, pues el argumento ontológico, aunque es muy sugerente, hay que matizarlo mucho, era una delicia leer los extractos de sus escritos. Traigo este ejemplo a colación por la importancia que tiene la inteligencia de la fe así expresada: “que se puede pensar”. Cierto que una cosa es la fe, y otra su inteligencia: la razón aplicada a la fe, que es crucial, no solo para la teología, sino también para la pastoral de la Iglesia. Y creo que es aquí donde hoy reside el problema: hay diversas inteligencias de la fe.

Analicemos un poco …

Es claro que la fe es única: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre” (Ef 4, 5-7), y el Catecismo de la Iglesia Católica es una exposición autorizada y actual de la misma. Pero por parte de la inteligencia, el asunto es un poco más complicado. Ciertamente la inteligencia humana es una y única, pero hay muchos lenguajes en los que la inteligencia se expresa, que pueden dar origen a diversas escuelas teológicas, aunque el problema es más complejo que el que estas líneas permiten analizar. Los que peinamos canas recordamos las diversas teologías posconciliares (Hamilton, Altizer, Harvey Cox, etc.) que en su tiempo se presentaron como inteligencias de la fe; unas partían de presupuestos metafísicos que negaban la analogía del ser, otras estaban comprometidas con el marxismo, etc. Pero quien las asumía terminaba cambiando la fe. Otro teólogo que cito, X. Leon Dufour, proponía reinterpretar la resurrección de Cristo quitando importancia al hecho de que la tumba del Señor estuviera vacía la mañana de Pascua, que es un dato esencial presente en los cuatro evangelios. Estas nuevas interpretaciones de la fe causaron graves problemas en el mundo católico; así, la lectura en los seminarios del famoso libro “Sincero para con Dios”, hizo que se vaciaran estos en pocos años como me comentó uno de mis maestros de teología. Podría citar muchos más ejemplos de esta época del posconcilio pero solo añado un que me lo ha traído a la memoria la lectura de un libro sobre el sacerdocio recientemente publicado con una recopilación de artículos de un rector de un seminario español de esta época ya fallecido: la contraposición que hizo el p. Díaz-Alegría entre la iglesia ontológica-cultualista y la ético-profética. Si aceptamos esta dialéctica, en la que obviamente uno se inclinaría por la segunda parte negando la primera, ¿como habría que redefinir la formación de los sacerdotes? ¿Cómo será la liturgia? Este libro reciente al que me refiero no parece haber superado esta dialéctica. Es un exponente de una determinada inteligencia de la fe.

Dicho esto, yo me pregunto si hoy hemos superado este problema. Las inteligencias de la fe que se proponen, ¿son realmente compatibles con la misma fe? Y se debe incluir a la moral católica junto con la fe. No queremos dejar de mencionar a nuestro ínclito p. James Martin, jesuita, quien tiene una inteligencia de la moral, que no coincide con lo que la Iglesia siempre ha enseñado sobre la naturaleza pecaminosa de las relaciones sexuales homosexuales.

Este creo que es el problema de la Iglesia hoy: se están proponiendo diversas interpretaciones de la fe, no compatibles entre ellas (comparemos a Müller con Hollerich), y tampoco compatibles con lo interpretaciones anteriores; en mi humilde opinión algunas de ellas de hecho cambian el contenido de la fe. Para ver más ejemplos basta con asomarse a las intervenciones de la Congregación para la doctrina de la fe.

La inteligencia de la fe y la misión de la Iglesia

Otro tema que salió en la conversación con mi amigo fue sobre la misión de la Iglesia; ¿cómo se entiende? Él me comentaba que en nuestros días algunos entienden la misión de la Iglesia de predicar el evangelio como mantener un diálogo con el mundo. El problema está en qué entendemos por diálogo; si diálogo es encuentro de dos logos, podemos aceptarlo, pero con precisiones: el Logos cristiano puede entrar en diálogo con otros logos, pero sin dejar de ser Logos cristiano. Sin duda es cierto como decían los viejos santos padres que puede haber semillas del Logos en otros lugares y en otras religiones, pero no dejan de ser logos parciales, que no participan de la plenitud de la revelación. Si dialogar con el mundo implica aceptar sus logos, no veo sea esto compatible con el evangelio que nos trae la redención del mundo. Jesús dialogó con el mundo representado en Poncio Pilato, pero cuando le presentó el Logos cristiano, Pilatos respondió, ¿y qué es la verdad?, sin poder dar una respuesta a esa pregunta.

Para terminar …

Creo que es esencial clarificar las diversas inteligencias de la fe y observar una correcta jerarquía: la fe es previa a su inteligencia, y esta consiste en aceptar a Cristo: primero, un solo Señor, luego, una sola fe, luego, un solo bautismo (liturgia, sacramentos), para tener un solo Dios y ser hijos del mismo Padre. La inteligencia de esta fe, viene después, y así ha sido históricamente. Esto requiere estudio teológico; conocimiento de la tradición, de la teología, clásica y moderna, y continuidad con la tradición, no ruptura con ella. Es esto lo que echo en falta en las numerosas tertulias televisivas y en muchos blogs y webs que comunican sobre la Iglesia: profundidad. ¿Desde qué inteligencia de la fe hacemos pastoral?

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