¿Y si nos equivocamos?

Mis queridos padres y los jesuitas del colegio del Recuerdo me educaron en la responsabilidad y la libertad. Guardo muy buen recuerdo de ello, y me enseñaron que ser responsable era una tarea muy grande que requería a todo el hombre. A la hora de actuar, uno debe sopesar consecuencias, pues será responsable de los resultados de sus acciones, no solo en uno mismo sino también en los demás. Esto es, para ser responsable, es necesario tener un sentido crítico o lo que es lo mismo, buscar la verdad, pues si uno solo tiene sentido crítico, sin buscar la verdad, solo destruirá sin construir.

Quizá lo tanga hiperdesarrollado, pero me pregunto muchas cosas, sobre todo ante las tendencias dominantes. Quienes me conocen a veces me lo dicen y quizá no les falte razón, pues un sentido crítico exagerado puede esclavizar. Pero pienso que es muy bueno tenerlo, y voy a poner un ejemplo, sólo para relfexionar.

Todo el mundo habla sobre la crisis ecológica. Es el temazo. Y seguramente hay muchas razones válidas para ello, como estamos viendo en las conferencias parroquiales. Pero, ¿y si no fuera el tema más importante para el futuro de la humanidad? Por eso, es lícito e importante preguntarse, si, de verdad, la crisis ecológica debe estar en el number one de nuestras preocupaciones o hay otros temas, que esta­mos soslayando, más importantes que este.

Creo que sí, sin ser experto sobre el tema. Es cierto que la crisis ecológica provoca migraciones, y los emigrantes es un tema acuciante. En fin, que además de la crisis ecológica, parece que las desigualdades también son tema muy importante. Pero, qué curioso, nadie habla de lo que yo creo que es una crisis mayor que la crisis ecológica, que es la crisis demográfica. El envejecimiento de la población española y la europea, nos ha colocado en un punto de no retorno que amenaza la supervivencia de nuestra sociedad. Sin haberme metido a estudiar los datos, creo que podríamos haber pasado el umbral a partir del cual la recuperación de la sociedad fuera posible por la natalidad.

No es muy difícil pensar el camino a recorrer: si una especie está en peligro debe ser delito eliminar las crías de la especie; pues nuestros progres consideran derecho eliminarlas y en España cerca de 100 000 (cien mil) abortos se cometen cada año. También, se debe promover la natalidad, pero claro, para ello, hay que considerar que no hay que poner impedimentos para se conciban nuevos individuos de la especie; Y estos individuos una vez concebidos y nacidos requieren del cuidado necesario para desarrollarse de una manera sana.

¡Qué curioso! ¡Resulta que lo progre es lo natural, o sea, lo que la encíclica Humanae Vitae dijo en 1968, año de la revolución sexual! Pero si reconocemos que la crisis demográfica es más importante que la crisis ecológica, quizá tengamos que darle la razón a la Iglesia que en su concepción de la sexualidad no hace más que seguir lo que Dios ha querido para ella y de una manera preciosa han explicado los últimos Papas en su magisterio. ¿Se atreverán los progres a reconocerlo y a dar los pasos necesarios para recuperarnos de la crisis ecológica? ¿A vivir en Amor y Responsabilidad?

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