Formación
¿Covid o CrisVal?

¿Covid o CrisVal?

Algunas reflexiones para salir de la crisis.

Titulo esta publicación ¿Covid o CrisVal? Empiezo con esta pregunta porque analizar la crisis implica no solo quedarnos en los aspectos éticos o médicos de la crisis del Covid, sino tener una visión de conjunto para construir una sociedad más justa, pues somos seres sociales por naturaleza. En este punto coincidimos todos, creyentes y no creyentes: todos queremos una sociedad mejor. Pero, como personas de fe vamos más allá de simplemente hacer una sociedad mejor pues la misión de la Iglesia no es hacer una sociedad mejor, sino la redención del mundo. Esto engloba también la construcción de una sociedad según el plan de Dios.

La cuestión está en cuál es esa sociedad mejor, y si podemos construirla sin la fe en Dios. Y al sugerir que no podemos prescindir de la fe en Dios no quiero para nada caer en planteamientos teocráticos; quiero partir de una antropología sana, que es la que se sigue de la fe en Dios, que crea al hombre por amor y libre, aunque necesitado de la gracia. Por el hecho de ser hombre, tenemos una naturaleza, una vocación y una dignidad. Y de cómo entendamos la naturaleza y la vocación humana se seguirá el modelo de sociedad que queramos construir. ¿No será la sociedad en la que estamos, que hace agua por muchas partes como nos ha mostrado la crisis del Covid, una consecuencia necesaria de la antropología que tienen las ideologías de nuestros políticos? ¿Sobre qué modelo de hombre construimos la sociedad?

La crisis de gestión del Coronavirus ha sacado a la luz, creo, una crisis más honda de la sociedad. Muchos no encontramos una explicación a la actuación tardía e ineficaz del gobierno que no sea la de que en los puestos clave no han estado las personas más capacitadas para tomar decisiones, sino personas que han llegado a estos puestos por su ideología más que por sus capacidades. Y esta corrupción, presente en todos los colores políticos e incluso eclesiásticos, hay que tenerla en cuenta a la hora de hablar de antropología y sociedad. Es decir, estamos en una crisis de valores que a largo plazo es tanto o más importante que la crisis sanitaria y está relacionada con ella. Y a la crisis de los valores uno la crisis de las virtudes, concepto, por cierto ausente en nuestros días. ¿Alguien ha oído hablar de ellas? Ay, Sócrates, cuánto te necesitamos….

Por poner un ejemplo, la crisis de valores está detrás de decisiones que se han tomado a la hora de tratar a los ancianos en las residencias. No quisiera contribuir a la difusión de bulos, pero han corrido noticias muy preocupantes sobre el abandono al que se les ha sometido, y la morfina que se ha enviado a las residencias, en vez de equipos de protección individual o similares. Esto está atestiguado por médicos que trabajan en residencias. Podría poner más ejemplos, pero son conocidos por todos. Me reservo uno para más adelante. La gestión de la epidemia ha mostrado que no hay respeto por la dignidad de los ancianos en la residencia. También, es cierto,hemos tenido personas muy entregadas, entre ellas los trabajadores de las residencias, los militares, las religiosas que las atienden que se han dejado la piel.

La crisis de valores es consecuencia de la crisis de civilización occidental y esta está relacionada directamente con el abandono de la fe o la apostasía de Europa. Espero no se entienda esto que escribo como una apología del integrismo, que me repugna, pues lo considero una inmadurez intelectual. Doy gracias a Dios por haber sido educado en la libertad, tanto por mis padres, como el colegio de los jesuitas al que fui en mi infancia y juventud, y al que tantas cosas debo. Pero afirmar la libertad no quiere decir asumir el relativismo como forma de pensar o vivir. Dicho esto, mi reflexión se centra en la actitud que han tenido los líderes europeos de borrar de la esencia de Europa las raíces cristianas en los intentos que se hicieron de escribir una constitución. Creo que la negación del cristianismo es también negación de los valores que son concomitantes a él y es la razón de la crisis de la civilización occidental. Por explicarlo de una manera sencilla, la negación de Dios es obviamente negación del pecado, y ésta lleva consigo la negación de la moral, pues por definición el pecado es una acción moralmente mala. Recuerdo que un compañero mío de COU tras leer a Nietzsche quedó convencido de que no había fronteras entre el bien y el mal. Por ello, cuando se asume este modo de pensar tenemos crisis de valores, y será muy honda. No quiere decir esto que las personas sean depravadas, sino que no pueden fundar la vida moral pues no saben donde está el bien y el mal.Tuve una conversación en mi época de doctorando tuve en NYC con un astrofísico francés ateo que había reflexionado sobre estos temas y era padre de familia. Reconocía que no  podía fundamentar la moral, pero también reconocía que educaba de una modo moral a sus hijos. Creo que quien lea estas líneas estará de acuerdo en que la dificultad de fundamentar la moral es una de las causas de la crisis de Occidente. Otro amigo, con buen humor me decía, si teniendo fundada la moral, es difícil vivirla, imagínate sin tenerla bien fundada …. Y esto ha salido a flote en la crisis del Covid. La mala gestión tiene una raíz moral de consecuencias tremendas.

Veamos las consecuencias de los principios morales a nivel social. La civilización se basa en un concepto clave del que hoy no se habla: la dignidad de la persona humana. Mi sospecha es que no se habla de este concepto porque es una conquista del cristianismo, y hay mucha vergüenza en usar conceptos cristianos en la vida pública. Ahora bien, si no se tiene clara la dignidad de la persona, es fácil que se la pisotee. ¿No se ha pisoteado la dignidad de los ancianos? ¿Nos sorprende que ocurra esto en una sociedad que permite el aborto? ¿No estará el abandono del concepto de dignidad humana en la raíz de la mal llamada violencia de género?

Desconozco si colapsará la civilización occidental. Pero sólo sé que para salir de la crisis del Coronovirus y de las crisis políticas y económicas, solo hay un camino: superar la crisis de valores, o sea, recuperar la fe en Dios, que nos lleva a afirmar la bondad, la belleza y la verdad. Sin Dios no se sostienen ninguna de las tres, especialmente la bondad y la verdad. La raíz última de que algo sea bueno, tenga la propiedad de la bondad que le trasciende, es que hay una bondad superior que pertenece a Dios y que se la ha dado a los seres creados. Si no existe el bien de las cosas, no existe un bien objetivo, último, y entonces no ya ni cosas buenas, ni acciones buenas, y sólo queda un bienestar social, que termina siendo el bienestar de los que mandan. Y digamos lo mismo de la verdad, que la final queda decidida por los pensantes que a través de los medios deciden lo que es bulo o no….

San Agustín vivió una época parecida a la nuestra y escribió la Ciudad de Dios, que fue el fundamento de la Edad Media y de la construcción de Europa y de la Civilización Occidental.Quizá la España que soñamos, en la que se viva el bien, la verdad y la belleza, no la construirán los partidos políticos, sino la Iglesia, Pero para eso hace falta despertar del letargo y vivir la santidad. Quizás detrás de esta Europa y de esta España que tuvo, todo hay que decirlo, grandes defectos y pecados, hubo también grandes laicos santos, gobernantes como Alfonso II el casto, La Reina Isabel, san Fernando, etc. Y muchos santos anónimos. Hoy reconstruirán nuestra sociedad española santos alegres y modernos. Santos como san Juan Pablo II, que nos dejó una consigna: se puede ser moderno y fiel a Jesucristo.

Termino. Buscar el bien común es tarea de todos. Re-construir España también. Como dicen los americanos, si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Que Dios nos ayude, pues la tarea es grande. ¡Yes we can! ¡Con Él, con su caridad, podemos!

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