Acto de confianza – san Claudio de la Colombiere, s.j.

Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis
sobre todos los que en Vos esperan
y de que nada puede faltar a quien de Vos
aguarda todas las cosas, que he resuelto
vivir en adelante sin cuidado alguno,
descargando sobre Vos todas mis inquietudes.
Mas yo dormiré en paz y descansaré;
porque Tú ¡Oh Señor! y sólo Tú,
has asegurado mi esperanza.
Los hombres pueden despojarme de los bienes
y de la reputación;
las enfermedades pueden quitarme las fuerzas
y los medios de serviros;
yo mismo puedo perder vuestra gracia
por el pecado; pero no perderé mi esperanza;
la conservaré hasta el último instante de mi vida
y serán inútiles todos los esfuerzos
de los demonios del infierno para arrancármela.
Dormiré y descansaré en paz.
Que otros esperen su felicidad de su riqueza
o de sus talentos;
que se apoyen sobre la inocencia de su vida,
o sobre el rigor de su penitencia,
o sobre el número de sus buenas obras,
o sobre el fervor de sus oraciones.
En cuanto a mí, Señor,
toda mi confianza es mi confianza misma.
Porque Tú, Señor, solo Tú,
has asegurado mi esperanza.
A nadie engañó esta confianza.
Ninguno de los que han esperado en el Señor
ha quedado defraudado en su confianza.
Por tanto, estoy seguro de que seré
eternamente feliz,
porque firmemente espero serlo y porque de Vos
¡oh Dios mío! es de Quien lo espero.
En Ti esperé, Señor, y jamás seré confundido.

Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco,
que soy frágil e inconstante;
sé cuánto pueden las tentaciones
contra la virtud más firme;
he visto caer los astros del cielo
y las columnas del firmamento;
pero nada de esto puede aterrarme.
Mientras mantenga firme mi esperanza,
me conservaré a cubierto de todas las calamidades;
y estoy seguro de esperar siempre,
porque espero igualmente esta invariable esperanza.
En fin, estoy seguro de que no puedo esperar
con exceso de Vos y de que conseguiré
todo lo que hubiere esperado de Vos.
Así, espero que me sostendréis en las más rápidas
y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis
contra los más violentos asaltos
y que haréis triunfar mi flaqueza
sobre mis más formidables enemigos.
Espero que me amaréis siempre
y que yo os amaré sin interrupción;
y para llevar de una vez toda mi esperanza
tan lejos como puedo llevarla,
os espero a Vos mismo de Vos mismo
¡oh Creador mío! para el tiempo y para la eternidad.

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